Un palacete en la Castellana
100% saludable.
Nuevas oficinas de INTU
Las nuevas oficinas del gigante británico INTU , dueño en España de centros comerciales como el madrileño Xanadú o Puerto Venecia en Zaragoza, surgen de la necesidad física y emocional de trabajar en un entorno más amable, acorde a las necesidades de su equipo humano .
En enero de 2018, con Mónica Chao (Sustainability Manager) y Esther Díaz (Design Manager ) de INTU a la cabeza, se inicia el singular proyecto de la nueva sede en un palacete del Paseo de la Castellana construido por Joaquín Saldaña en 1904 siguiendo el estilo Belle Époque.
Este edificio , pemanece como uno de los últimos vestigios de la arquitectura palaciega en la principal arteria de la ciudad, que llegó a tener unos cincuenta palacetes de los que ahora solo quedan doce.
Como paso preliminar para la implantación en las nuevas oficinas, se llevó a cabo un análisis detallado de la forma de trabajo de los equipos para comprender las necesidades espaciales y funcionales, observando los hábitos, los tiempos ocupados en mesas de trabajo, salas de reuniones, tiempos al teléfono, y formas de estar o sentarse en cada momento, entre otros datos.
Se obtuvieron resultados cuantitativos sobre necesidad de tipos de espacios y de dimensiones, y se identificaron como prioritarios y clave los aspectos técnicos relacionados con luz natural, acústica y climatización .
En base a ello se elaboró la estrategia, enfocada a la eficiencia del espacio, confort y bienestar , alineada con la cultura corporativa de la compañía.
Basado en este estudio previo, se plantea la necesidad del cambio de oficina y se constituye un equipo multidisciplinar con la implicación de los departamentos de Administración y Recursos Humanos, Sostenibilidad, Project Management y Design.
La propuesta WELL de INTU para conseguir estos objetivos, según la encuesta posterior elaborada entre los empleados, ha permitido que un 100% se sienta satisfecho con los cambios realizados.
Consideran además, que ha aumentado la productividad un 72,5%, un 88,9% cree que las nuevas oficinas favorecen el buen ambiente de trabajo y un 94,5% considera que sus compañeros se sientan a gusto en la nueva oficina.
Incluso un 83,3% se siente más relajado, un 50% ha reducido su estrés, un 38,9% considera que ha mejorado su descanso diario y un 44,5% realiza más deporte gracias a las iniciativas impulsadas por la compañía.
En cuanto a la productividad, un 89,9% hace uso de los nuevos espacios como zonas comunes, salas de reunión, espacios dedicados a la concentración o a llamadas telefónicas y en consecuencia, un 77,8% considera que las nuevas instalaciones facilitan su trabajo diario.
Pero conozcamos con Mónica Chao y Esther Díaz , más a fondo su propuesta para el
Proyecto WELL de intu
Con el proyecto de trasladarnos a una nueva oficina se nos brindaba la posibilidad de un cambio radical en el entorno de trabajo.
El objetivo consistía en que no se tratara sólo de una mejora en las condiciones físicas y tangibles, sino también en el estado de ánimo, lo que desde intu llamamos el “feeling well”.
Desde nuestro punto de vista, la creación de espacios que generen buen humor, tendrán un impacto en la satisfacción de los empleados, fomentando tanto el talento como la creatividad.
La primera decisión fundamental fue elegir el lugar: se apostó por un antiguo palacete de la Castellana, construido por Joaquín Saldaña en 1904 siguiendo el estilo Belle Époque.
Se trata de uno de los últimos vestigios de la arquitectura palaciega en la principal arteria de la ciudad, que llegó a tener unos cincuenta palacetes de los que ahora solo quedan doce.
Protegido patrimonialmente por su valor histórico y arquitectónico, es sin duda una edificación singular.
Con un espacio exterior ajardinado, una escala muy humana, y una altura de 3 plantas más un ático retranqueado, el edificio se alejaba de la imagen moderna de las grandes alturas y superficies acristaladas, ya predominantes en la Castellana.
Esto lo convertía, en un reducto de tranquilidad, consiguiendo aislarlo sutilmente del bullicio ensordecedor de las calles adyacentes.
El interior del edificio que llega a las manos de intu era un espacio en bruto, sin tratar: superficies blancas en suelos, paredes y techos, con un espacio diáfano en el interior, en el que la propia arquitectura organizaba una zona frontal muy luminosa con la parte más antigua y protegida, donde el único elemento que estructuraba el lugar era una escalera de madera.
Al fondo, un área de comunicación vertical y un muro cortina, ofrecían un espacio de más de privacidad.
Desde el inicio se apostó por los valores del well-being como garantía para obtener las mejores condiciones de bienestar para el equipo de trabajo de intu.
La transformación del diseño debía ser radical, pero siempre respetando el grado de protección patrimonial.
.Así se apostó por la introducción de materiales cálidos y confortables como la madera, tejidos como alfombras sobre la piedra natural propia del edificio, la introducción de color para romper con la hegemonía del blanco, tanto en paredes como en suelo o en mobiliario, y por supuesto la introducción de plantas naturales, en zonas de trabajo y de esparcimiento.
El propio amueblamiento del espacio de trabajo sigue estas pautas, eligiendo unas mesas de formas orgánicas, con agrupaciones de tres personas, que dinamizan el modo de trabajo. Estas se enmarcaron además bajo unas alfombras verdes, que hacen aún más confortable el espacio de trabajo.
Esto se refuerza paralelamente con la política de hot desking que se establece en la empresa, dando flexibilidad total a la hora de elegir puesto de trabajo.
La iluminación también tiene un papel fundamental: introduciendo elementos decorativos tanto en espacios de la entrada que dan la bienvenida cada día, como en espacios de recepción, lugares de relax, o en los propios puestos de trabajo, atenuando así la frialdad de una iluminación más técnica y propia de un espacio de oficinas.
Todo esto se complementa con rincones más domésticos para sentarse de forma más relajada, permitiendo una higiene postural, y pensados para reuniones informales, hablar por teléfono, o simplemente, cambiar el sitio de trabajo para una mayor concentración.
En cada una de las plantas se organizan estos rincones, cuidando especialmente materiales, mobiliario y colores para contribuir al bienestar.
El sótano, pese a no tener iluminación natural, se convierte en el espacio más abierto, dinámico y flexible de la oficina a través de tabiques móviles, revestimientos de madera de roble, gradas también de madera y una alfombra multicolor que se extendió por toda la huella del edificio.
El objetivo es ofrecer un área polivalente, capaz de alojar un gran workshop, celebrar conferencias, organizar desayunos de trabajo, o una clase de yoga.
El espacio de la planta segunda es el más institucional.
Se destina en su totalidad a zonas de reunión, tanto formales en salas, (también versátiles en tamaño por la introducción de tabiques móviles), como informales, mediante un espacio central con sofás modulares y butacas que permiten distintas agrupaciones.
También aquí el uso de alfombras de colores y texturas aportan calidez, haciendo el espacio más doméstico.
El rooftop, se reserva como área de esparcimiento del equipo de trabajo.
Presidido por un cubo de cristal, que hace las funciones de comedor donde de nuevo el mobiliario de color y materiales confortables, se instalan para contribuir al bienestar.
Concluyendo, la conjunción de la arquitectura pre-existente del Palacete, junto con un interiorismo enfocado a la salud física y mental de los empleados, crean un entorno confortable alejado de la estricta funcionalidad de las oficinas al uso, dando como resultado un espacio excepcional donde trabajar como en casa.