CASA LLEÓ MORERA. BARCELONA
Felip Trujillo
Hace pocas semanas tuve el placer de visitar la Casa Lleó Morera de Barcelona. Quizás por este nombre no os suene, pero seguro que la identificáis al ser el edificio dónde se ubica la boutique Loewe.
El edificio en cuestión, una joya del modernismo catalán, se ha abierto al público hace poco tiempo , ya que hasta ahora no se podía visitar pues la planta noble estaba alquilada.
El proyecto fue un encargo de Francesca Morera i Ortiz en 1902 al arquitecto Lluís Domènech i Montaner. En el Passeig de Gràcia 35 de Barcelona, donde se ubica, ya existía una antigua casa, llamada Rocamora, construida en 1864 por Joaquim Sitjas.
Por tanto, la Casa Lleó Morera es una reforma integral de un edificio ya existente, que se extenderá hasta 1906.
LA «MANZANA DE LA DISCORDIA»
La razón de esta reforma integral se debe a la competencia que existía entre las familias burguesas de Barcelona, luchando entre ellas para tener la casa más grande y mejor decorada de la calle. De esta manera, demostraban a las demás familias su poder haciendo ostentación de su riqueza y buen gusto. De ahí viene la denominada “manzana de la discordia”, el nombre que se le dio a esta manzana al tener tres casas de gran interés, haciendo un símil a este episodio de la mitología griega.
Estas tres casas son la Lleó Morera, la Casa Amatller de Puig i Cadafalch (donde actualmente se ubica la prestigiosa joyería Bagués Masriera) y la Casa Batlló de Antoni Gaudí.
«REFORMA» DE LA FACHADA
Si os fijáis, la actual fachada en planta baja no tiene nada que ver con la original de la época. En 1943 la marca Loewe se hace con esta planta y destruye toda la fachada en planta baja y su interior, que hasta ese momento había sido el estudio de un importante artista barcelonés.
De hecho, cuentan que las dos esculturas de ninfas de las fachadas que se pueden ver en la fotografía, fueron arrancadas a golpe de mazo y parcialmente destruidas en la misma acera del edificio. Por suerte, el portero de la finca pudo recoger parte de las esculturas que posteriormente vendió a Salvador Dalí, que éste colocó en el patio de su casa museo. Peor suerte corrieron las seis ninfas de la tribuna, las cuales acabaron destrozadas para poder colocar el cartel de la tienda.
La irrespetuosa intervención por parte de Loewe también llevó a modificar la esquina del edificio, que si os dais cuenta, actúa de bisagra en la fachada articulando la simetría entre ambas calles. En esta esquina se ubicó el acceso a la tienda, destruyendo parte de una de las columnas, para después forrarla de metal. Todo el resto de la fachada fue cubierta de vidrio, mármol y metal, tapando las columnas, cornisas, esculturas y mosaicos existentes. Por suerte, hoy en día es impensable que una marca destruya de esta manera un patrimonio artístico de gran interés cultural.
RECUPERACIÓN DE LA FACHADA
Años después, tras la presión social, la marca decidió hacer una renovación de la fachada más respetuosa con la original, y decidió recuperar parte de su imagen proyectada por el arquitecto. De todos modos, continuó teniendo su acceso en la esquina, sin recuperar una de las columnas que seguía siendo metálica.
Hace 5 años se optó por reformar por completo la fachada e interior de la tienda, intentando recuperar al máximo su apariencia original. En este momento fue cuando se cambió el acceso a la tienda por el del antiguo acceso a carruajes. Además, se reprodujo la tercera columna de la esquina y se reprodujeron, restauraron y crearon casi todos los detalles, estucos, mosaicos y grabados originales. Digo casi todos porque, por ejemplo, la parte de la tribuna se dejó forrada de chapa metálica y no se reprodujeron sus 6 ninfas.
INTERIOR DEL EDIFICIO
Por suerte, el resto del interior del edificio sigue prácticamente idéntico a su diseño original. El hecho de que la familia conservara la propiedad durante tres generaciones, favoreció el mantenimiento y conservación de todos sus elementos y rasgos más distintivos. La planta noble, de unos 400 metros cuadrados, es la vivienda más decorada, pues es donde vivía la familia. El resto de viviendas eran de alquiler y estaban decoradas de una forma más austera. Estos maravillosos detalles fueron obra de maestros y artesanos como Eusebi Arnau i Mascort, que fue un gran escultor modernista de la época.
Josep Brú i Salelles, junto a Mario Maragliano Navone, se encargaron de los mosaicos tanto en el pavimento como en las paredes.
Antoni Rigalt i Blanch fue el vidriero encargado de realizar los impresionantes vitrales.
Gaspar Homar i Mezquita fue el ebanista encargado de realizar el mobiliario de la casa, que actualmente pertenece al Ayuntamiento y está expuesta en el MNAC de Barcelona.
Antoni Serra i Fiter pintor y ceramista, que trabajó los arrimaderos cerámicos y mosaicos que encontramos en el comedor y que representan escenas del campo.
Fotografías extraídas de: Cirici & Bassó Arquitectura (Archivo de Arquitectura de Catalunya)
El país/ Carles Ribas
Felip Trujillo
Diseñador de interiores, de mobiliario, de páginas web, escaparatista y visual merchandiser
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En la casa Lleó Morera estuvo ubicado el Círculo de Bellas Artes de Barcelona, del que era socio Albert Lleó Morera, propietario de la casa además de arrendador de la sociedad. De él formaban parte muchos artistas como los escultores hermanos Oslé y el pintor Remigio Cid era el director de la sección de Pintura. Con el aumento del alquiler, el Circulo se trasladó a la calle dels Arcs y como Real Círculo Artístico, hasta la actualidad. Dr. Miguel Ribera del Pueyo